Mientras esa revolución molecular sucedía, e Internet se convertía en una constelación de redes, esta generación 2.0 (que atraviesa a los últimos de la generación X, toda la generación Y –los milllennials- y la nueva generación Z) descubría un nuevo sentido de la vida en lo común, aunque ese común fueran universos digitales e interfaces que simulan lo real. De este modo, lo CO_ fue adquiriendo dimensión de espíritu de época permitiendo nuevas formas de membresía y adhesión para alimentar el sentimiento de pertenencia y la cultura de comunidad en un proceso de desconexión gradual de las grandes instituciones de intermediación tradicionales (partidos, sindicatos, Iglesia…). Razón por la cual, no son pocos los teóricos críticos que identifican ahora el capitalismo de plataforma y todas sus imaginativas formas de extraer renta, convirtiendo ese deseo social en commodities, como el clímax insuperable de lo postmoderno.
Sea como fuere, parece razonable afirmar que hemos transitado de las masas de las dos primeras revoluciones industriales, a las multitudes de la Era del conocimiento. O lo que es lo mismo, un viaje de la sociedad de masas y bloques a la sociedad red de los cuerpos dinámicos que vaticinó Manuel Castells a finales del siglo pasado.
La importancia de incorporar este vector en nuestro modelo en las instituciones rizoma se explica, dado lo anterior, de forma muy sencilla. Todas las herramientas y metodologías que asumen el enfoque de lo CO_ son eficaces recursos en nuestra tarea de construir comunidades y ecosistemas, aglutinando visiones compartidas y, en un estadio superior de perfección, un nivel de coordinación que alcance la propia sincronía. Es decir, la alineación de los nodos y las dinámicas hacia una misma dirección hasta el punto de que la propia multitud genera una unidad más productiva que la suma de las partes. Quizá, la definición más bella de inteligencia colectiva.
En definitiva, buscamos en la comunidad: cuidados, lazos y afectos (Fernández, 2018; Savazoni, 2018). O, incluso, una verdad entre todos (Lafuente, 2019). Y yendo más allá, superando la concepción humanista del mundo desde el pensamiento indígena, una cosmovisión relacional que nos conecte a la Pachamama (Escobar, 2011).